jueves, 18 de febrero de 2010

fiebre



2 días desaparecida. No cojo el móvil, no respondo al fijo, el telefonillo descolgado,....
Tengo fiebre. A 39ºC no puedes, ni quieres, comunicarte con nadie. Tú sola con delirios, cara a cara con tu subconsciente.
Recuerdo pasillos estrechos, oscuridad, pequeños seres correteando entre mis piernas que no me dejan seguir al único compañero que tengo; un niño oriental totalmente desconocido con sombrero de orejeras (o eso intuyo en la negrura).
Idas y venidas, pasillo arriba, pasillo abajo. Necesito algo que me sea familiar. La sensación constante de que no hay retorno, nos hemos perdido y nunca podremos volver a ver a quienes queremos. Pienso en mi madre, sobretodo en mi madre, y me pongo a llorar. No quiero que el niño lo note, no entiendo nada de lo que me dice y él a mi tampoco me entiende, pero no quiero asustarlo más de lo que está.
Para dormir, bloqueamos parte del pasillo con unas sillas destartaladas que encontramos, para que los seres pequeños no nos hagan nada mientras dormimos. No nos fiamos.
Me despierto en mi sofá empapada en sudor y temblando.

Necesito que alguien me cuide, porque yo no puedo.

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