Tras el frenesí navideño, hay necesariamente que volver a la rutina. Los días de neones callejeros y villancicos tecnológicos quedan atrás. Vuelta al gris con el bajón de endorfinas consumistas, mal paliado por las rebajas.
Las visitas anuales por estas fechas vuelven a sus respectivos lugares de residencia y los anfitriones con mucho tiempo libre nos quedamos vacíos tras darlo todo durante 2 semanas. Con la sensación de tener que recuperar tu vida, tu casa, tu cama, tus horarios y tus otros amigos,...
En fin, enero y febrero son unos meses tontos, para la reflexión, la lectura, los calcetines de lana gorda y los orfidales, muchos orfidales.
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